Entrevista con Sri Acharya TK Sribhashyam (nº 1)
Por Aurelia Debenedetti publicado en el 2000 en la revista italiana Arti d’Oriente
Traducido del italiano al inglés por Chiara Ghiron
Maestro, Su formación estaba enraizada en la tradición y dirigida a capacitarle para transmitir las enseñanzas del yoga, de la Filosofía India y el Ayurveda. La autoridad de Su Maestro estaba enfatizada por el hecho de que él también era Su Padre. ¿Puede darnos una perspectiva de cómo estaba organizada su formación? ¿Comenzaba con asana y pranayama? ¿Cómo transmitía Su Padre las enseñanzas de las diferentes filosofías?
No deberíamos mezclar juntos la enseñanza del yoga, de la filosofía y la medicina. Comencé cuando era un niño, de manera que las enseñanzas se centraban en posturas físicas. Más tarde, aprendí pranayama. Mi padre tenía el don de ser capaz de ajustar las enseñanzas basadas en la edad del alumno. Nos solía enseñar por las mañanas y las tardes, pero como éramos niños, también nos hablaba durante las actividades diarias y por la noche. A medida que crecimos, las cosas cambiaron.
Él usaba un enfoque diferente para la filosofía; para empezar su estudio, necesité una iniciación religiosa en los Veda-s, que tuvo lugar cuando tenía ocho años. Después de la iniciación, comenzó a contarme historias indias, que eran útiles para comprender los conceptos filosóficos antes de recibir una formación teórica. Al mismo tiempo, me pidió que aprendiera de memoria textos filosóficos, lo que se llama “recitación”. Esto incluía partes de los Veda-s y Darshana-s.
En cuanto al Ayurveda, mi formación comenzó con la observación de la orina, el sudor y las heces de sus pacientes. Me pedía que le ayudara en la preparación de ingredientes medicinales y hierbas, también le ayudaba a recibir a los pacientes y a tomar el pulso. Las consultas médicas eran completamente en silencio. Sólo al final me daba explicaciones. Me enseñó cómo observar a los pacientes desde su llegada, teníamos que mirar sus ojos, su voz, su forma de caminar incluso antes de que entraran en la casa. Una vez que él estuvo convencido de la seriedad de mis intenciones, comenzó a enseñarme la teoría con los textos.
Cuando tuve 15 años, en Madrás, comenzó a darme una formación más académica y rigurosa con exámenes regulares y frecuentes. Cuando comencé la universidad, tan pronto terminaba las clases continuaba mi formación filosófica con él. A las dos de la tarde me enseñaba los aspectos psicológicos y terapéuticos del yoga, mientras que las tardes estaban reservadas para el estudio de la medicina india. Los textos sagrados se estudiaban por las mañanas, ya que las tardes las dejaba para recibir a sus pacientes. Muchas de sus enseñanzas eran impartidas mientras le acompañaba para ir a ver a sus pacientes, quienes a menudo eran incapaces de caminar. Íbamos en tren, al restaurante, y cada vez que estábamos juntos, en el tren, cenando, a la orilla del mar al atardecer, me enseñaba –todo le ofrecía una oportunidad para enseñarme algo. A medida que mi conocimiento aumenta, me daba tareas prácticas para complementar el tema que estaba estudiando. Cada vez que teníamos delante a un paciente, me ponía a prueba, preguntándome por cuál era el diagnóstico. La formación continuaba durante la presencia de los pacientes. En los años 1958-59 comenzó a tener muchos alumnos occidentales –primero me instruyó en cómo atender a los alumnos indios, y después cómo enseñar a los occidentales, mostrándome las variaciones necesarias para introducirles en la devoción.
¿Cuál es la diferencia de la actitud entre la gente india y occidental respecto del yoga?
En los años 60 y 70, los indios no practicaban yoga con la misma despreocupación que los occidentales tienen ahora. Sabían que el yoga se aprendía del profesor. El yoga no era tan popular como es ahora en Occidente. Más tarde, cuando los indios se dieron cuenta de que los occidentales estaban muy interesados en el yoga, comenzaron a estar interesados. Mi padre siempre decía que los indios se interesaría en el yoga cuando esta disciplina fuera importada por Occidente. Por un lado, los indios son conscientes de que el yoga es una disciplina extremadamente profunda, pero por otro están estimulado en practicarla porque los occidentales lo hacen. Hoy en día, en la India, puedes encontrar clases de yoga en cualquier lugar, incluso en los hoteles. Antes, antes de los años 60, una persona india se dirigía al yoga principalmente para acercarse a Dios y espiritualmente, sabiendo que el yoga podía ofrecer mucho al respecto. Secundariamente, el yoga era visto por sus beneficios terapéuticos. Hoy en día, no diría que todos los practicantes indios se dirigen al yoga con este espíritu. Conozco a los occidentales desde los años 50. Ellos ahora saben que hay algo profundo en el yoga y saben que esta disciplina da respuestas profundas a cuestiones fundamentales que ni siquiera se han preguntado. Las posturas físicas y las técnicas de respiración capturaron inmediatamente el interés de los occidentales, que siempre están atraídos por cualquier aspecto relacionado con el cuerpo y les encanta el ejercicio físico, de manera que fue este aspecto el que les fascinó inicialmente. Sólo en una segunda fase se dieron cuenta de que el yoga ofrece algo que va más allá de los aspectos físicos. También es posible que haya habido una evolución en la actitud occidental, es posible que algunas personas se dirijan al yoga por sus aspectos espirituales. Pero desde que comencé a enseñar a estudiantes occidentales, he observado invariablemente que su objetivo no era exclusivamente físico, incluso aunque su interés inicial haya sido impulsado por el aspecto físico del yoga, que también incluye un componente de relajación.
Versión original escrita en italiano
Continuará…
Traducido del inglés por Óscar Montero
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