La postura sobre la cabeza o sirsasana es una de las principales posturas y más representativas del yoga. Según mi profesor Srivatsa Ramaswami es un procedimiento de suma importancia para la salud y se recomienda su práctica diaria. Los principales beneficios son consecuencia de los efectos antigravitatorios: menor esfuerzo del corazón para vascularizar al cerebro, descongestión de los órganos internos (pélvicos y abdominales) y descarga de las articulaciones inferiores (piernas y base de la columna vertebral). En la postura sobre la cabeza es posible hacer múltiples vinyasas para las piernas, columna vertebral y brazos, tal y como lo enseñaba y demostraba Krishnamacharya.
Es una postura que requiere tiempo para su maestría, llegar a estar lo suficientemente cómodo como para regular la respiración, haciéndola suave y prolongada. A partir de ese momento el yogui puede emplear los bandhas (cierres de musculatura interna de la pelvis y el abdomen) con el fin de conseguir los máximos beneficios para la salud.
Es muy importante diferenciar entre «saber» hacer la postura y «enseñar» a hacer la postura. En alguna ocasión me he encontrado (horrorizándome) a un alumno que ya la puede «hacer», ayudando a otro a hacerla por primera vez. No hay una relación directa entre nuestra destreza para realizar un ejercicio, con nuestra capacidad para transmitirlo o enseñarlo a alguien de manera segura y eficiente. Por lo que hago un llamamiento al sentido común: confía en los profesionales, ya que han pasado por muchas situaciones y experiencias que les han dotado de herramientas necesarias para solucionar muchos problemas.
Muchos alumnos tienen una primera reacción de miedo y rechazo ante la inversión. Seguramente por alguna experiencia en el pasado cuando eran niños en las clases de Educación Física. Pero con práctica y una buena guía se puede llegar a superar dichos miedos y disfrutar de la postura y sus beneficios.
La postura se construye en una base trípode muy estable. Es esta base, el fundamento de la postura. Desde el punto de vista de la física es una postura más estable que estar de pie, ya que la superficie de apoyo en sirsasana es mayor que con los pies juntos. Por lo tanto una vez que todas las estructuras de soporte han desarrollado la fuerza y coordinación necesarias para mantener el cuerpo en equilibrio, la postura es muy descansada. Además según los yoguis en sirsasana el LCR (líquido céfalo raquídeo) al cabo de un tiempo (digamos 5 minutos) se renueva y al mismo tiempo la presión sobre los senos cerebrales aumenta. Concretamente en el tercer seno se encuentra la glándula pituitaria, que gracias a la presión ejercida por el LCR ayuda a la secreción de adrenalina, hormona responsable de la regulación del SNS (sistema nervioso simpático), lo que se traduce en una activación del sistema. Según Krishnamacharya sirsasana y sarvangasana (postura sobre los hombros) son posturas que deben practicarse en tandem por su efecto sobre el SN. Concretamente sarvangasana es postura preparatoria y compensatoria de sirsasana, de modo que se realiza antes y después de ella para dar un efecto completo.
Los principales errores que me encuentro en los estudiantes es la prisa y la falta de entendimiento de la postura. En mi opinión es muy importante hacer hincapié, como muestro en el vídeo, que hay que dedicar tiempo a sentir y a asentar la base estructural, y eso requiere tiempo, es como plantar una semilla. Una vez que echa raíces, ya podemos pensar en guiar el tallo en una u otra dirección, pero sin una base estable es un fracaso seguro a largo plazo. Me encuentro con practicantes que son capaces de subir a la postura, pero a los pocos minutos caen por su propio peso. Si la base de la postura estuviera consolidada se podría permanecer sin apenas esfuerzo por mucho tiempo. Por ello es importante entender que para que haya equilibrio, lo primero que hay que conseguir es una base de sustentación equilibrada. Que el peso de todo el cuerpo descanse o descargue a través de a alineación de la postura hacia el suelo, que es soporte y empuje al mismo tiempo. Estos conceptos son básicos para entender cualquier postura de yoga, pero en sirsasana se hacen mucho más evidentes, ya que o los aplicamos bien, o no podremos mantener la postura y caeremos de ella por agotamiento. Una situación de equilibrio, por definición es aquella donde se igualan las fuerzas. Enseño a mis alumnos a encontrar esa sensación de «equilibrio» que es lo que les guiará siempre de forma segura en la postura. Porque se puede mantener cualquier postura o situación en desequilibrio, por pura fuerza, pero a costa de un gran esfuerzo. Y es justamente ese esfuerzo excesivo la causa del cansancio al cabo de pocos minutos lo que hará que nos desplomemos en la postura.
Cuando se adopta la postura, ya sea con la ayuda de la pared como muestro en el vídeo o con la ayuda de una persona, lo primero es consolidar la sensación de apoyo de la base. Hay que dar tiempo a la inteligencia corporal para que se coordine y pueda realizar los ajustes internos que hagan posible descargar el peso del cuerpo hacia a la base, a través de los codos y la cabeza (base de trípode). Como ayuda pedagógica en mis clases trato de mover, estimulanado la atención sobre los codos de los alumnos, moviéndolos para que así activen la musculatura estabilizadora.
Todo esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero sinceramente es una postura que me encanta enseñar ya que se ven progresos muy rápidamente. La euforia que se produce cuando eres capaz de mantenerte, seguramente nos recuerde a la primera vez que pudimos andar en bici sin ruedines, yo al menos así lo experimento: un poco de miedo, emoción, libertad, incertidumbre, disfrute… Una buena forma de volver revivir a nuestro niño interior.