Durante estos años, mi camino como practicante y docente de yoga ha estado profundamente influenciado por las enseñanzas del sistema Vinyasa Krama transmitidas por mi maestro Srivatsa Ramaswami. A través de esta práctica, he podido experimentar transformaciones personales y profesionales significativas, tanto en mis clases presenciales en León, España, como en los cursos y talleres que imparto presenciales y en línea.
Gracias a la formación online que inicié hace algunos años, muchos profesores se han acercado al sistema de Vinyasa Krama y lo han integrado a sus enseñanzas. Esto ha generado un impacto notable en sus estudiantes, que también han encontrado grandes beneficios. Estoy convencido de que esto es reflejo del valor y profundidad de la tradición de Krishnamacharya y de quienes la han transmitido con autenticidad.
Una inquietud que se ha vuelto central: la respiración
Últimamente, he estado reflexionando sobre un aspecto que considero fundamental y que ha ido cobrando mayor relevancia en mi práctica y enseñanza: la respiración natural dentro del yoga. A menudo, observo cómo la respiración en la práctica —y particularmente en el uso de Ujjayi— se mecaniza o se impone, perdiendo así su conexión con las necesidades reales del cuerpo en cada postura o movimiento.
Este concepto de respiración natural lo he recibido claramente en las enseñanzas que he seguido, tanto en cursos como en libros de mi maestro. Sin embargo, he observado que muchos practicantes de yoga lo malinterpretan o lo aplican incorrectamente. El foco se pone en las secuencias, en el orden, en los vinyasas… y se deja de lado la respiración, que para mí es el hilo conductor más importante de esta práctica.
¿Qué significa respirar de forma natural?
La respiración natural implica dejar que el cuerpo respire de acuerdo a sus necesidades energéticas, físicas y emocionales. En lugar de imponer un ritmo lento o forzado, el objetivo es observar la respiración, permitirle fluir, y solo intervenir cuando esté calmada y estable, ya que es cuando el SNC permite el control consciente. Esto nos obliga a mantener una escucha activa del cuerpo, reconociendo sus señales y respetándolas.
Recuerdo una anécdota sobre Krishnamacharya observando a la madre de Srivatsa Ramaswami después del saludo al sol, notando cómo su respiración se había acelerado y recomendarle tumbarse y descansar. Esa observación es clave: solo cuando la respiración se calma, se puede comenzar a trabajar con ella conscientemente. Además una respiración agitada hace que la mente también lo esté.
Una metáfora musical: bailar al ritmo de nuestra respiración
En mis clases suelo usar una analogía: si todos escucháramos la misma música por altavoces y bailáramos sincronizados, parecería armonioso. Pero si cada uno escucha una canción distinta a través de unos auriculares bluetooth —como sucede con la respiración individual—, cada uno debería bailar a su propio ritmo. Así es como veo la práctica del yoga guiada por la respiración: cada cuerpo tiene su canción, su ritmo, su necesidad constantemente cambiante.
Evitar forzar la respiración: una enseñanza clave
Forzar la respiración a un ritmo lento, sin considerar las demandas del cuerpo, puede romper el equilibrio interno y generar un estrés innecesario al sistema. La clave está en observar, esperar y actuar en el momento adecuado. Esto permite que la respiración se convierta en una guía y no en una imposición. Así, podemos reconocer cuándo el esfuerzo es excesivo y cuándo es posible alargar la respiración de forma natural.
Una frase que suelo compartir es: la respiración es la moneda con la que el cuerpo paga el esfuerzo. Si se acelera demasiado, nos está diciendo que el precio es alto y que tal vez debemos ajustar la intensidad. Es preferible realizar esfuerzos que impliquen el mínimo coste y el máximo beneficio, esfuerzos inteligentes.
Enseñanza progresiva: de samastiti a la respiración prolongada
Un punto de partida que valoro mucho tal como lo enseña mi maestro, es el trabajo desde samastiti, una postura sin demanda física donde la respiración puede observarse, dejar que se calme, y luego, desde esa base, comenzar a alargarla conscientemente. Esta estructura de trabajo la aplico no solo al inicio de la práctica, sino como marco para cada secuencia: ¿por qué no preparar con la misma atención movimientos más complejos e intensos?
El error de imponer un patrón respiratorio universal

Clase de Vinyasa Krama en Çirale (Turquía)
He notado que incluso profesores con gran experiencia intentan mantener una respiración lenta en posturas exigentes, generando una tensión innecesaria en el corazón y el cuerpo. Durante un festival en Turquía, mientras impartía una clase de Vinyasa Krama, Irina, una profesora se acercó a compartir una inquietud que me pareció muy reveladora. Aunque tenía una gran destreza en la práctica de pranayama y un control muy avanzado de su musculatura respiratoria, sentía que, en posturas físicamente exigentes, estaba forzando su cuerpo. Gracias a su dominio técnico, era capaz de mantener una respiración muy lenta incluso en situaciones donde, naturalmente, el cuerpo pediría una respiración más rápida. Sin embargo, al hacerlo, añadía un esfuerzo innecesario al sistema cardiovascular, ya que el corazón —ante la alta demanda física— necesita latir más rápido para responder. Al frenar artificialmente la respiración, se generaba una tensión interna que, en lugar de ayudar, podía resultar contraproducente. Esta conversación reforzó en mí la importancia de respetar la respuesta natural del cuerpo y no imponer un ritmo respiratorio que contradiga sus necesidades reales.
Conclusión: la respiración como maestra sincera
A lo largo de los años, he llegado a ver la respiración como una maestra honesta que revela con claridad dónde estamos forzando, cuándo debemos regular, y cómo podemos autorregularnos desde la escucha. Cada vez que permitimos que la respiración fluya después de una postura, el cuerpo nos dice si hemos ido demasiado lejos o si podemos avanzar con más sensibilidad.
En resumen:
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En el sistema Vinyasa Krama, la respiración no debe ser una imposición, sino una guía viva.
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La respiración natural se adapta a las necesidades del cuerpo, en lugar de forzar al cuerpo a seguir un ritmo rígido.
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La observación consciente de la respiración debe preceder a cualquier intento de regularla o prolongarla.
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Enseñar desde la respiración implica ayudar a los estudiantes a ajustar el esfuerzo físico en función de lo que su cuerpo y su aliento les muestran.
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Una respiración suave y prolongada surge de un cuerpo en equilibrio y una mente en calma, no de la imposición voluntaria.
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Escuchar antes de actuar es la clave para una práctica sostenible y transformadora.
Este enfoque me ha permitido transformar no solo mi manera de enseñar, sino también la experiencia de mis estudiantes, ayudándoles a encontrar una conexión más profunda y compasiva con su práctica.
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