Mi experiencia en la formación de yoga Vinyasa Krama
A menudo me sorprendo de cómo nuestras decisiones pueden cambiar tanto el rumbo de nuestra vida. La historia que te quiero contar comienza en una de mis visitas a la biblioteca, de la facultad de CCAFD de León (antiguo INEF), un lugar lleno de secretos y sabiduría. Fue allí donde me crucé con una antigua profesora que imparte el módulo de yoga, quien me planteó una pregunta que nunca olvidaré.
Charlando con ella, me preguntó por qué no me dedicaba a la enseñanza de la formación de profesores, algo que estaba en auge en aquel momento. Mi respuesta fue evasiva; estaba ocupado con mis clases diarias en León y, a pesar de que me apasionaba la enseñanza, creía que no tenía el tiempo ni la capacidad para comenzar algo nuevo de tanta envergadura. La idea quedó en el aire, y aunque era consciente del creciente número de formaciones de yoga, no le di más vueltas.
La pandemia, sin embargo, cambió todo. Durante el confinamiento, empecé a dar clases a través de YouTube. Al finalizar el confinamiento, muchos de mis estudiantes, que no eran de León, me pidieron que continuara compartiendo mi enseñanza. A pesar de mis excusas, su insistencia me llevó a reflexionar sobre cómo podría seguir enseñando sin comprometer mi tiempo. Así que, decidí ofrecerles un encuentro mensual, donde compartí las secuencias de vinyasa krama que había aprendido de mi profesor.
Esa fue mi primera formación online. Aunque inicialmente pensé que no tenía más que ofrecer, me convencieron para que desarrollara un curso de yoga terapia, el cual actualmente imparto en formato auto guiado. Al año siguiente, comencé a grabar videos para que mis alumnos pudieran profundizar en los contenidos. La respuesta fue positiva: mis alumnos querían seguir aprendiendo. A día de hoy, los alumnos que completaron la formación del segundo año quedaron con ganas de seguir avanzando.
Recientemente, impartí un taller en Huelva sobre la respiración, un tema en el que he investigado mucho y que compartí por primera vez en esa ocasión. La respuesta fue muy positiva, lo que me motivó a preparar un nuevo curso enfocado en el uso de la respiración como herramienta esencial en el yoga, así como en la práctica de vinyasas, asanas, meditación y conocimiento interior.
No me considero un formador de yoga, aunque tengo vocación para ello. Mi profesión es ser profesor de yoga, y cada día me esfuerzo por enseñar algo nuevo a mis alumnos. La verdadera dificultad radica en el día a día: en enfrentarme a las dudas y necesidades de alumnos con diferentes niveles y capacidades, y tener claro hacia dónde los tienes que dirigir a cada uno.
Ayer, un profesor de yoga se puso en contacto conmigo. Compartió sus inquietudes sobre la falta de claridad en su enseñanza, a pesar de tener un centro con clases llenas. Me sentí identificado con su situación; como profesores, todos enfrentamos momentos de incertidumbre. Este profesor había realizado formaciones de 400 y 500 horas, pero sentía que le faltaba algo. Me honra pensar que mi formación de 30 horas podría ayudarle. Le dije que mis necesidades eran las mismas que las suyas y que lo que enseño proviene de mis propias experiencias y de las dificultades que he enfrentado en mi camino.
Lo importante es ser honesto contigo mismo y con los demás, reconocer nuestras debilidades y trabajar para mejorarlas. En estas formaciones, lo que hago es compartir lo que he aprendido de mi profesor y mis propias reflexiones sobre cómo aplicar ese conocimiento en la práctica diaria.
El desafío de aplicar el conocimiento en la práctica diaria
Impartir una formación y transmitir información en una serie de conceptos es una tarea que se puede realizar sin despeinarte. Sin embargo, el verdadero desafío es aplicar ese conocimiento en nuestra práctica diaria como profesores en nuestros centros de yoga. Muchas personas que han realizado formaciones de cientos de horas se encuentran, después de concluirlas, con muchas dudas, conceptos poco claros y una falta de integración entre los contenidos aprendidos y la forma de aplicarlos en sus clases. En mis conversaciones con los alumnos de las formaciones, como mi amigo Adriano, hemos discutido a menudo sobre la importancia de ser profesionales del yoga.
Soy consciente de que no tengo todas las respuestas y que el aprendizaje es un camino continuo. Las dudas y preguntas que surgen de mis alumnos durante las formaciones me motivan a reflexionar sobre las verdaderas necesidades de aplicar un sistema en la realidad de cada clase en nuestros centros de yoga.
Y en la llamada de ayer le expliqué que mi formación se fundamenta en el método Vinyasa Krama tal como lo he aprendido de mi profesor y se apoya en mi amplia experiencia acumulada a lo largo de miles de horas de enseñanza y reflexión en situaciones reales. Le aclaré que mi principal motivación con respecto a la formación es que les permita, no solo aprender conceptos teóricos, sino también comprender cómo aplicarlos de manera efectiva en sus enseñanzas diarias.
Muchos de los alumnos que han participado en mis formaciones se han convertido en amigos, y continúan compartiendo sus experiencias en las clases o planteándome nuevas preguntas. Me alegra mucho saber que su enseñanza está dando frutos que no esperaban. Sus alumnos les expresan constantemente cuánto disfrutan las clases de Vinyasa Krama y los beneficios que perciben. Algunos incluso han comenzado a abrir nuevos grupos para impartir este sistema. Es inspirador observar cómo, desde Madrid, Asturias, Galicia, Andalucía, Murcia y hasta Uruguay, esta enseñanza va echando raíces y floreciendo.
Además, me sorprende cómo aquella decisión de atender las peticiones tras el confinamiento ha enriquecido no solo mi día a día, sino también el de muchos alumnos. Lo que empezó como un pequeño paso ha tenido un impacto real en sus vidas cotidianas.
Me siento honrado de ser un eslabón en la transmisión del conocimiento del yoga, contribuyendo a que esta rica tradición del Vinyasa Krama de Krishnamacharya siga viva y sea útil para las necesidades de las personas en la actualidad.